domingo, 15 de mayo de 2011

Mariposas en el estómago: una realidad.

Finalmente, a los curiosos que os habéis quedado con la duda sobre qué es el segundo cerebro, por fin os lo desvelamos. El cuerpo humano posee dos cerebros: uno en la cabeza y otro en el sistema digestivo. Los neurólogos han hallado que este último también es capaz de recordar, ponerse nervioso y dominar al primero.
Hace 4.500 años, los egipcios situaban en el estómago, junto con los intestinos, la sede de nuestras emociones. En el Papiro Smith, por ejemplo, se puede leer que el estómago constituye la desembocadura del corazón, el órgano “donde se localizan el pensamiento y el sentimiento”. De este modo, cualquier manifestación o alteración en la mente cardiaca se refleja indefectiblemente en el aparato digestivo. En el Papiro Ebers (1550 a. de C.) se describe sin tapujos esta relación anatómica y funcional: “Tratamiento de una gastropatía. Si examinas a un hombre con una obstrucción en el estómago, su corazón está atemorizado, y en cuanto come algo, la ingestión –de alimentos– se hace dificultosa y es muy lenta”. En la mayoría de culturas antiguas y modernas se ha tenido la conciencia de que nuestro estómago es capaz de experimentar emociones.

Al recibir una buena noticia, un cosquilleo placentero nos invade la tripa, como si en su interior revolotearan miles de mariposas. Por el contrario, las situaciones de tensión, miedo o aflicción hacen que el estómago se encoja y sintamos como un sentimiento horrible, ganas de vomitar y hasta diarrea.  La repulsión hacia algo o alguien también puede llegar a producir náuseas e incluso provocar el vómito. Todas estas sensaciones son en realidad señales fisiológica que responden a un estado de nervios o de estrés, y que percibimos gracias los nervios presentes en nuestro intestino.

Se ha encontrado una explicación científica para todas estas sensaciones. Los científicos afirman  que en el tracto gastrointestinal se aloja un segundo cerebro muy similar al que tenemos en la cabeza. El tubo digestivo está literalmente tapizado por más de 100 millones de células nerviosas, una cifra muy parecida a la de la médula espinal. El estudio del segundo cerebro ha dado lugar, en las últimas dos décadas, a una rama de investigación conocida como neurogastroenterología. Hasta hace poco, los expertos incluían el segundo cerebro dentro del Sistema Nervioso Periférico. Pensaban que el aparato gastrointestinal era un tubo hueco con reflejos simples. ¡A nadie se le ocurrió contar las fibras nerviosas que lo recorren!
El cometido del sistema nervioso entérico (SNE) va más allá que el de supervisar los complejos procesos digestivos. Los neurólogos han constatado que las neuronas entéricas liberan cinco neurotransmisores: acetilcolina, norepirefrina, óxido nítrico, péptido intestinal vasoactivo y serotonina. La última es producida por las células enterocromafines que tapizan el epitelio gastrointestinal, las cuales se activan ante estímulos de presión, como los que causan el paso del bolo alimenticio por los intestinos, y la serotonina que segregan excita los nervios que rigen el reflejo peristáltico. Además, sintetiza benzodiacepinas, compuestos químicos que tienen el mismo efecto tranquilizante que el Valium.
Dada la concordancia entre ambos cerebros, los científicos afirman que ciertos tratamientos contra la depresión que tengan como objetivo la mente, pueden impactar sin pretenderlo en el intestino. Es el caso de ciertos medicamentos antidepresivos, los denominados Inhibidores Selectivos de la Recaptación de la Serotonina (ISRS), que aumentan los niveles de serotonina en el organismo, y que pueden provocar efectos gastrointestinales secundarios, como el síndrome del intestino o colon irritable. Asimismo, la serotonina del “segundo cerebro” podría jugar un papel en el autismo, puesto que se ha descubierto que los mismos genes implicados en la formación de la sinapsis (conexiones entre neuronas) del cerebro están también implicados en la formación de sinapsis del sistema nervioso entérico. Si estos genes se vieran afectados por el autismo, esto podría explicar por qué muchos niños autistas padecen anomalías gastrointestinales.
En un estudio reciente, el 70% de los pacientes tratados por trastornos intestinales crónicos habían experimentado traumas durante la infancia (divorcio o muerte de uno de los padres, maltrato…).
Todos estos hechos demuestran la gran conexión existente entre el sistema nervioso central y el entérico. Fuera del alcance de esta última red neuronal, sin embargo, queda el pensamiento consciente y la capacidad de decisión. Nuestro segundo cerebro siente, pero no piensa.


lunes, 21 de marzo de 2011

¿Sientes que se te envejece el cerebro? ¡Come mejor!

Aunque no hay una dieta que pueda evitar el paso de tiempo en nuestro cerebro, sí se puede conseguir beneficiarlo con una dieta llena de frutas y verduras (y aunque algunos no lo creáis con una copita de vino). O al menos eso es lo que cree Ernst Poppel, neurólogo de la Universidad de Munich.
Antonio Convit, psiquiatra de la Universidad de Nueva York, hablará de la relación del equilibrio de glucosa en sangre con las funciones cerebrales. Atentos a este interesantísimo video:

Porqué me alimento yo tan bien

Siguiendo la línea de otros títulos de Nietzsche como “Porqué soy tan inteligente” o “Porqué escribo tan buenos libros”, la nueva entrada de este blog, a sugerencia de nuestro profesor de psicología, la hemos decidido titular así. Es precisamente en el capítulo “Porqué soy yo tan inteligente” de su obra Ecce homo en el que Nietzsche aborda el tema de la alimentación. La pregunta la formula de esta forma: « ¿Cómo tienes que alimentarte precisamente tú para alcanzar tu máximo de fuerza, al estilo del Renacimiento, de virtud o vigor [virtù] exenta de moralina? »Nietzsche  viene a contarnos su propia experiencia acerca de “un problema del que depende la salvación de la humanidad”, es decir, cómo alimentarse.

Nuestro filósofo se lamenta de haber comido mal hasta bien entrado en la edad adulta. Va a criticar la comida alemana en general, la cual, para él, es insuficiente y estropea el estómago. Ellos toman la sopa antes de la comida, las carnes demasiado cocinadas, las verduras grasas, los dulces degenerados, beber después de comer… Y esto último sí que es una costumbre bestial para él. ¿Las consecuencias? No son otras que tener los intestinos revueltos y llevar a que el espíritu alemán sea una indigestión. Pero no quedándose a gusto con criticar la comida alemana compara la comida inglesa con el canibalismo, ya que es una vuelta a la naturaleza que le repugna.  La mejor cocina, sin discusión alguna para Nietzsche, es la del Piamonte.

Continuando con su experiencia acerca de la alimentación, el filósofo alemán nos cuenta que las bebidas alcohólicas le sientan mal (un solo vaso basta para arruinarle el día), por eso bebe agua o alcohol en muy pequeñas cantidades. Nos va a dar pautas orientativas acerca de cómo deberían ser las comidas, expresando claramente que una comida fuerte es más fácil de digerir que una demasiado pequeña, que no hay que tomar nada entre comida y comida, que no hay que beber café porque te ofusca sino té, sólo por la mañana, poco y muy cargado… Sobre todo hay que ser consciente de la capacidad del estómago de uno mismo. Sin embargo, Nietzsche deja claro que “cada  uno tiene en estos asuntos su propia medida, situada de ordinario entre límites muy estrechos y delicados”.

Hay filósofos que podrían preguntarse que por qué hay que ocuparse de cosas pequeñas e indiferentes como la alimentación, el clima, el lugar… Pero Friedrich Nietzsche deja claro que “todas estas cosas pequeñas y, según el juicio tradicional, indiferentes” son mucho más importantes que todo lo que hasta ahora se ha considerado importante (cuestiones de política, del orden social, de la educación…). Para Nietzsche se han despreciado las cosas pequeñas que en realidad son asuntos fundamentales de la vida misma como por ejemplo el tema que hemos venido tratando a lo largo de esta entrada: la alimentación.

jueves, 10 de marzo de 2011

Una dieta para el buen humor

Seguramente hayan visto ese anuncio tan conocido de All-Bran que muestra a una mujer malhumorada detrás de una ventanilla y a un hombre al que la mujer atiende que  le dice: “Tú lo que necesitas es All-Bran”. El anuncio simplemente quiere expresar que cenando algo ligero y con fibra (como All-Bran) haces bien la digestión (y vas mejor al baño) y por la mañana estás de mejor humor. Y  es que aunque parezca mentira, el anuncio no está diciendo ninguna tontería. El estado de ánimo de cada persona se ve  influido por muchas variables como  la cantidad de horas dormidas, el tiempo que hace cada día e incluso nuestra alimentación. 

Se sabe que el cerebro puede modificar la interacción de las personas con los alimentos, la cual es peculiar y específica de cada uno. Estas modificaciones pueden conducir a excesos como la bulimia por falta de control en lo que se ingiere o, en el otro extremo, la anorexia (trastornos alimenticios en general).
Sin embargo, ¿puede este proceso ser inverso? ¿Pueden los alimentos afectarnos a la conducta?
Desde hace siglos que se habla de los efectos de la alimentación en el humor: desde médicos medievales  que creían que las lentejas causaban epilepsia y locura; hasta Rousseau que ya en sus tiempos afirmaba que "es un hecho que las personas que comen mucha carne son por regla general más crueles y feroces".  Hay hasta un refrán catalán que se refiere a los supuestos efectos beneficiosos de la sopa para ser avispado.

 Estos son algunos de los alimentos más estudiados y cuya efectividad en el estado de ánimo se ha comprobado:
- Pan integral y lácteos: contienen un aminoácido llamado triptófano que es un precursor de la serotonina (neurotransmisor que mejora la depresión leve y el insomnio).
- Espinacas y legumbres y cereales: contienen folatos que son precursores de la adenosilmetionina). Se demostró que el 30% de los pacientes deprimidos tienen deficiencia de estos elementos.
- Agua: se puede padecer de agotamiento y depresión leve simplemente por no tomar suficiente agua, la deshidratación pasa inadvertida y se cree que es cansancio lo que en realidad se debe a la falta de líquidos.
- Carbohidratos: algunos experimentos revelan que alimentos como el arroz, las patatas y el pan causan una sensación de calma y sedación porque elevan la concentración de serotonina.
- Pavo: es rico en tirosina, aminoácido que eleva la producción de dopamina y noradrenalina en el cerebro, causando un efecto vigorizante e incrementando la resistencia del organismo al estrés.
- Frutos secos: contienen una gran cantidad de magnesio. Un puñado diario ayuda a reducir los dolores de cabeza y a controlar el estrés.
- Naranja y mandarina: en pequeñas dosis disminuyen el nerviosismo y el mal humor. En dosis mayores actúa como un eficaz energizante, y  además contiene folatos.
- Nuez, mariscos y la carne de vaca.: contienen una gran cantidad de selenio, mineral que según los investigadores aumenta la energía y disminuye la ansiedad.
- Chocolate: contiene triptófano y produce feniletilamina, sustancia de efecto antidepresivo y que normaliza el humor. Además también es un efectivo antiestrés.

Es más, los estudios muestran que el simple hecho de comer los alimentos que uno prefiere (por su sabor y por el placer de comer) puede estimular la liberación de ß-endorfinas, que mejoran considerablemente nuestro humor. Sin embargo, el potente efecto positivo derivado de comer alimentos que nos gustan pero que no deberíamos comer puede verse disminuido por los sentimientos de culpa.

Hoy en día sigue sin estar del todo claro cuáles son realmente los efectos de la nutrición en el estado anímico de las personas, puesto que hay muchos científicos que niegan totalmente que puede existir semejante relación. 
Desde este blog, recomendamos que hay que ser conscientes del valor de una dieta equilibrada sobre la silueta o la salud cardiovascular, pero también sobre  las emociones y el estado de ánimo.